martes, 27 de noviembre de 2012

El Vaso Roto








Ese vaso en que mueren las verbenas,
a un golpe de abanico se trizó;
debió el golpe sutil rozarlo apenas,
pues ni el más leve ruido se sintió.

Más aquella ligera trizadura,
cundiendo día a día , fue fatal;
su marcha imperceptible fue segura
y lentamente circundó el cristal.

Por allí filtró el agua gota a gota,
y las flores sin jugo mueren ya;
ese daño impalpable nadie nota.
¡ Por Dios, no lo toquéis, que roto está!

Así suele la mano más querida
con leve toque el corazón trizar,
y el corazón se parte. . . , y ya perdida
ve la verbena de su amor pasar.

Júzgalo intacto el mundo, y él en tanto
la herida fina y honda, que no veis,
siente que cunde destilando llanto.
¡Por Dios, que roto está, no lo toquéis!

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